Mateo

Mateo | Guía de la Semana 5

Querido lector:

¿Qué estás orando para ti mientras lees Mateo?

Esta semana me he sentido más convencida de que el propósito de la lectura de este libro no es la información, sino la transformación. Si escribo los mejores correos electrónicos, bien investigados y que te inviten a la reflexión, pero no soy pulida o renovada por Jesús mismo, habrá sido una gran pérdida.

Esto es lo que oro para mí: que tenga convicción. Que Dios evite que pase por alto las partes que realmente necesito escuchar y con las que necesito luchar, y que yo reduzca la velocidad lo suficiente como para examinar mi propio corazón mientras leo. Tengo un poco de miedo de lo que esto pueda significar, pero ya veremos qué pasa.

Me encantaría saber qué oras para ti para que podamos orar por ti también.

¡Feliz lectura!

Hannah Buchanan
Pastora de adultos

Acerca de la lectura:

Lunes (6:1-4)

Gran parte de la lectura de esta semana hace hincapié en un punto en particular: revisa tus motivos para hacer las cosas. A Dios le interesa realmente lo que ocurre dentro de ti, no sólo en la superficie.

«Cuídense de no hacer sus obras de justicia delante de la gente para llamar la atención. Si actúan así, su Padre que está en el cielo no les dará ninguna recompensa» (6:1).

No sé qué plataformas tenían los judíos del siglo i para practicar la hipocresía, pero las redes sociales no han hecho más que multiplicar las formas en que somos capaces de representarnos a nosotros mismos como mejores de lo que realmente somos. Hoy podríamos llamar a esto «postureo ético».

Hace poco nos mudamos a una nueva manzana. Nuestros nuevos vecinos de enfrente tienen un cartel en el jardín que dice: «Ama a tu prójimo». Ryan y yo éramos escépticos al principio: ¿Nos amarán de verdad? ¿Tanto como para recibirnos con pan casero y ofrecernos cuidar a los niños?

El fin de semana pasado, estos vecinos organizaron una gran fiesta de cumpleaños para Bill, el viudo de al lado que acaba de cumplir 70 años y vive solo. Durante su breve discurso a los reunidos, dijo: «Angie y Jeremy viven de acuerdo con el cartel en su jardín. Desde que se mudaron, han...» y procedió a enumerar las formas en que esta familia lo ha incluido y cuidado en los últimos 10 años.

Esto hizo que me pregunte: ¿Creen las personas más cercanas a mí que encarno todo lo que publico en mi jardín, en mi parachoques o en mi Instagram? ¿Dirían mi esposo y mis hijos que practico las palabras que oro y predico desde la plataforma de Cornerstone?

Jesús está instando a sus seguidores a ser congruentes: que su interior coincida con su exterior.

El problema al que nos enfrentamos la mayoría de nosotros es que realmente no queremos que los demás vean lo que hay dentro de la persona pulcramente cuidada que hemos cultivado, pero Dios ya lo ve. De modo que deberíamos dejar de fingir y permitirle que nos encuentre justo donde estamos.

Preguntas:

  • ¿Qué partes de tu vida son incongruentes? (¿Dónde no coincide tu interior con lo que proyectas al mundo?).
  • Dedica unos momentos a la oración, pidiendo a Dios que te muestre dónde estás haciendo lo correcto por razones equivocadas. Pídele que te ayude a ser congruente.

Martes (6:5-15)

Jesús ilustra su mensaje con tres ejemplos: dar, orar y ayunar. Éstas eran tres de las principales prácticas espirituales de sus seguidores judíos, pero no son en manera alguna exhaustivas.

Lo que pregunta a lo largo de esta sección es lo siguiente: ¿La aprobación de quién buscas? Si haces un donativo para ganarte el favor del pastor principal, puede que lo consigas, pero Dios no se conmoverá ni se impresionará. Si estás orando para que otros pienses que estás espiritualmente «equilibrado», puede que te reverencien, pero Dios preferiría que fueras sincero con él.

La lectura de hoy me toca la fibra sensible. Oro cada semana en la plataforma para ganarme la vida. Algunos domingos, mis oraciones son el resultado del tiempo personal que paso con el Señor en oración y en la Escritura. Pero hay muchos días en los que reconozco que hablo desde una reserva espiritual superficial, que mis palabras carecen de la intimidad y el poder que da el tiempo pasado con Dios en tranquila quietud.

Lo que Jesús ofrece aquí es un marco. No quiere decir literalmente: «No ores en voz alta» o «Sólo ora con estas palabras». Nos está guiando en la conversación con Dios. Esto es lo que cada una de estas oraciones significa para mí:

«Padre nuestro que estás en el cielo,

santificado sea tu nombre».

Fundamentar nuestra oración en quién es Dios es un buen punto de partida.

Jesús nos invita a experimentar a Dios como nuestro Padre y nos recuerda que Dios es santo.

Nos anima a «establecer contacto visual» con aquel a quien nos dirigimos.

¿A quién ves cuando miras a Dios en la oración?

«Venga tu reino.

Hágase tu voluntad

en la tierra como en el cielo».

Se nos invita a reconocer la agenda de Dios: unir el cielo y la tierra para restaurar el mundo.

Es útil recordar qué busca Dios antes de pedirle que se ponga a trabajar en mis cosas.

Cuando estoy rendida a él, es más probable que haga mejores peticiones, en todo caso.

«Danos hoy nuestro pan cotidiano».

Dame suficiente para hoy. Y que eso sea suficiente para satisfacerme.

«Perdónanos nuestras ofensas,

como también nosotros hemos perdonado a nuestros ofensores».

Hazme justa delante de ti,

como yo hago lo justo con los demás.

«Y no nos dejes caer en tentación,

sino líbranos del maligno».

Guárdame de ser probada,

pero cuando lo sea, rescátame del mal a mi alrededor y del mal dentro de mí.

Amén.

Tres pensamientos más sobre esto:

¿Notan que los pronombres en la oración de Jesús son plurales? Dice «nuestro» y «nos», no «mi» y «me». ¿Por qué crees que hace esto?

La palabra que usa para tentación es peirazo. Hablamos mucho de esto en Mateo 4, cuando Jesús fue probado en el desierto.

Para repasar qué es «la prueba», revisa el correo electrónico de la semana dos.

Este marco para la oración comienza alineándonos con Dios y su obra en la tierra, y avanza hacia la acción. Cuando oramos como Jesús, nos preocupamos más por cómo crecemos en él que por lo que obtenemos de él.

Para más información sobre el padrenuestro, consulta el sermón de Tim Mackie aquí.

Preguntas:

  • ¿Cuáles son tus hábitos de oración? ¿La oración es una práctica extraña, forzada o familiar?
  • Tómate un momento para repasar cada línea del padrenuestro y ponerla en tus propias palabras, como he hecho yo en la sección anterior. Espero que al hacer esto, te sacudas parte de la costra y el polvo, de modo que las palabras puedan significar más que antes para ti.
  • Después de parafrasear cada fragmento, tómate un momento para concretar cómo se aplica esto en tu propia vida. (Por ejemplo, cuando estés en la sección sobre la tentación, ora sobre las formas específicas en que estás siendo tentado).
  • ¿Por qué crees que Jesús utilizó pronombres plurales en su marco de oración? ¿Cómo se compara con tu forma habitual de orar?

Miércoles (6:16-18)

«El hombre que ayuna no está más en el camino al cielo que el hombre que nunca ora».

—John Wesley

Hace poco escuché esta cita y me asustó. Nunca ayuno. ¿Estoy condenada?

Ayunar es abstenerse de comer como disciplina espiritual durante un periodo de tiempo establecido. La mayoría de nosotros ha tenido que ayunar alguna vez para hacerse un análisis de sangre o someterse a una operación. Muy pocos hemos ayunado voluntariamente por motivos espirituales.

Entonces, ¿por qué ayunar?

A lo largo de la historia, las personas que buscan a Dios han experimentado el ayuno como una forma de intensificar la oración y aumentar nuestra sensibilidad al Espíritu de Dios. Al negar a nuestro cuerpo la comodidad, y en muchos casos, la distracción, nos vemos obligados a sentarnos con nuestros pensamientos y sentimientos de maneras diferentes.

En la lectura de hoy, Jesús simplemente asume que sus seguidores ayunan. Dice: «Cuando ayunen, no pongan cara triste [...]».

Hay dos partes en el pasaje con las que necesito confrontarme hoy:

¿Ayuno? (¿O me abstengo de algo físico para centrarme en lo espiritual?).

Cuando me niego algo físico por razones espirituales, ¿hago un espectáculo de eso para que la gente piense bien de mí?

Mi padre solía ayunar todos los lunes. Desde la cena del domingo hasta la cena del lunes. Yo tenía 20 años cuando murió, así que nunca tuvimos conversaciones adultas sobre lo que esto supuso en su vida o si lo recomendaba. Pero recuerdo haber admirado esto de él.

En cuanto a mí, me avergüenza admitir que no ayuno, en realidad nunca me abstengo de nada físico para centrarme en lo espiritual. Mis antojos y apetitos tienen un fuerte control sobre mi comportamiento. Y estoy empezando a sentir que una vez que este bebé nazca y ya no lo amamante, debería empezar a ayunar. (Por si no lo he mencionado, estoy embarazada de 24 semanas).

Una nota rápida: rara vez ayuno, pero he entrado en temporadas intencionales de abstenerme de cosas como el azúcar e Instagram con el fin de recalibrar mi alma. Sé que estas son dos cosas que uso para adormecerme y distraerme de lo que realmente está pasando dentro de mí y a mi alrededor. Cuando me niego el acceso a ellas, me despierto con nuevas perspectivas.

Si estás interesado en aprender más sobre el ayuno, aquí hay una serie de enseñanzas con un conjunto de herramientas prácticas para empezar de John Mark Comer en Bridgetown Church en Portland.

Además, este es el manuscrito de un sermón predicado por John Wesley a principios de 1800. Wesley ayunaba desde la puesta del sol del jueves hasta la puesta del sol del viernes y creía que era una disciplina espiritual necesaria.

Preguntas:

  • ¿Ayunas? ¿O te abstienes de algo físico para centrarte en lo espiritual?
  • Cuando te privas de algo físico por razones espirituales, ¿haces un espectáculo de eso para que la gente piense bien de ti?

Jueves (6:19-24)

Hay pasajes de las Escrituras que a menudo matizamos o suavizamos, pensando: «Seguramente no quiso decir eso». Este podría ser uno de ellos. Al menos por hoy, tratemos de tomar a Jesús en sentido literal. ¿Y si realmente quería decir lo que dijo?

«No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón».

Recuerda, Jesús está anunciando que el reino de los cielos ya está aquí. La economía de Dios —el sistema de valores o la forma de vida— ya es una realidad. Cambia tu moneda por aquello que importa en la economía de Dios. Todo Mateo 5 y 6 se ha ocupado de la condición de nuestros corazones. Este pasaje no es una excepción: «Mira hacia dónde diriges tu dinero para ver qué es lo que más amas».

Hay un elemento muy práctico en lo que está diciendo: «Tus cosas no durarán». Acabarán en la beneficencia, en un basurero o en el armario de tu tataranieta, que ya no valora la plata fina ni el arte moderno. Entonces, ¿por qué gastas tu energía física y emocional coleccionando más cuando podrías estar invirtiendo en algo que le importe a Dios? De hecho, me pregunto si está tratando de evitarnos la angustia.

Pero ¿qué significa acumular tesoros en el cielo?

Me ayuda pensar en esto en términos de niños pequeños. Mis hijos se pelean a menudo por los juguetes. Ya es un dicho común en nuestra casa: «¿Qué es más importante: las personas o las cosas?». En ese momento, agachan la cabeza, entregan a regañadientes el camión volcador y admiten: «Las personas», y luego se abrazan.

Ahora bien, ¿cómo se ve esto a escala adulta? ¿Qué aspecto tiene filtrar nuestro dinero a través de la misma pregunta? «¿Qué es más importante: las personas o las cosas?».

Y sigue…

«Los ojos son la lámpara del cuerpo. Por tanto, si tus ojos son buenos, todo tu ser disfrutará de la luz. Pero si los ojos son malos, todo tu ser estará en oscuridad. Si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué densa será esa oscuridad!».

Esta frase siempre me ha intrigado. Pero creo que lo que quiere decir es lo siguiente: ¿Ves con claridad? ¿Tus ojos se fijan en lo que es bueno y duradero? ¿O tus ojos se fijan en cosas que se esfuman, se secan y no le importan a Dios? Si ese es el caso, satisfacer los deseos de tus ojos sólo te llevará a una red más amplia de vacío. A menos que aprendas a ver como Dios ve.

«Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas».

Intentemos tomar también esta parte en sentido literal:

Acumular riquezas y amar a Dios no pueden estar en un empate por el primer lugar en tu vida. Por su naturaleza, entrarán en conflicto entre sí, y uno saldrá vencedor. ¿Cuál será?

No creo que Jesús esté condenando el dinero o incluso las posesiones. Creo que sólo está nombrando la realidad: amar a Dios te llevará a tomar decisiones diferentes sobre tu dinero, decisiones que pueden no tener sentido si tu objetivo final es ganar y conservar más dinero.

Por el contrario, si tu objetivo final es ganar y conservar más dinero, puedes perderte la gran aventura de asociarte con Dios para traer su reino a la tierra. (Fíjate en esta historia sobre dos graduados de la Escuela de Negocios de Harvard que se enfrentan a una visión bíblica del dinero que cambia sus vidas).

Mi marido, Ryan, trabaja a comisión. Ambos reconocemos nuestro deseo inherente de ganar y conservar más dinero. Una de las prácticas que hemos adoptado para mantener nuestros deseos bajo control es dar un cierto porcentaje, y cuando lo hacemos, le preguntamos a Dios: «¿Cómo puede este dinero ser una respuesta a la oración de otra persona?». Ha sido muy divertido ver la respuesta a esta oración. Y lo mejor es darse cuenta de que, una vez que lo hemos dado, ni siquiera lo echamos de menos.

Preguntas:

  • ¿Qué revelan tus hábitos de gastos sobre qué o a quién quieres más?
  • ¿Qué prácticas tienes para guiar tus gastos, tus ahorros y tus ofrendas?
  • ¿Qué tipo de conversaciones tienes con Dios sobre tu dinero?

Tómate un momento para orar:

«Dios, el dinero que he ganado es tuyo, no mío.

Quiero tenerlo con las manos abiertas.

Enséñame a ver como tú ves,

a querer lo que tú quieres

y a amar lo que tú amas.

Que este dinero sea una herramienta para traer tu reino aquí, como en el cielo.

Tú estás en primer lugar.

Amén».

Viernes (6:25-34)

Aquí hay un pequeño truco de estudio bíblico que aprendí en Pine Cove allá por los años 90: «Siempre que veas un “por eso”, pregunta para qué sirve».

La lectura de hoy comienza:

«Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán [...]».

No puedo evitar pensar que Jesús está basándose en lo que acaba de enseñar sobre el dinero. Es como si supiera que nuestro apego a nuestras cosas en realidad nos genera más ansiedad y nos quita la libertad. (Él se anticipó a Marie Kondo como por unos 2000 años. ¡Este hombre es brillante!).

Al comienzo de este correo electrónico, te dije que estaba orando para que Dios me convenciera de dónde necesito crecer. Y es esto:

«No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida y el cuerpo más que la ropa?».

Esto es lo que escuché del Señor en esta línea:

«No dejes que toda tu vida se centre en los restaurantes a los que irás, las comidas que cocinas, los viajes que haces y la ropa que vistes. No dejes que esto consuma tu pensamiento. La vida es mucho más que esto, así que mantén el objetivo amplio y enfocado en el reino».

Esta parte fue personal. Durante semanas, he luchado por buscar en mi armario y encontrar ropa que me quede bien y me siente bien. (Recuerda que estoy de 23 semanas de embarazo y sólo voy en aumento). He pasado muchos minutos, bueno, horas, pensando en cómo necesito ordenar lo que ya no me queda, planchar lo que sí y comprar en línea algunos artículos de maternidad para animar mi guardarropa. ¡El estrés de este proceso me roba por completo el asombro, la alegría y el amor que tengo por el pequeño ser humano que vive dentro de mí! Cuando leí esto, escuché a Jesús decir con tanta ternura: «No te preocupes por esto, Ana. Tu vida es mucho más que la ropa que te pondrás hoy».

Me encanta cómo Eugene Peterson traduce el final de Mateo 6:

«Si Dios presta tanta atención a la apariencia de las flores silvestres, la mayoría de las cuales ni siquiera se ven, ¿no crees que te atenderá, se enorgullecerá de ti y hará lo mejor por ti? Lo que estoy tratando de hacer aquí es que te relajes, que no estés tan preocupado por recibir, para que puedas responder a lo que Dios te da. Las personas que no conocen a Dios y su forma de obrar se preocupan por estas cosas, pero tú conoces tanto a Dios como su forma de obrar. Impregna tu vida en la realidad divina, la iniciativa divina, las provisiones divinas. No te preocupes por perder algo. Descubrirás que todas tus preocupaciones humanas cotidianas serán satisfechas.

Presta toda tu atención a lo que Dios está haciendo ahora mismo y no te preocupes por lo que pueda suceder o no mañana. Dios te ayudará a lidiar con cualquier cosa difícil que surja cuando llegue el momento».

¿De qué se trata tu vida? ¿En qué estás inmerso? ¿Te mantiene cautivo o te hace libre?

Preguntas:

  • ¿Qué te está causando ansiedad?
  • Dedica un momento a la oración, nombrando tu ansiedad ante Dios. Pídele que te recuerde cuánto se deleita en ti y que te proveerá. Y deja que él se lleve tu preocupación.

Profundiza

Preguntas de debate

  • ¿Qué parte de la lectura de esta semana te hizo sentir reprendido?
  • ¿Qué parte de la lectura de esta semana te hizo sentir reconfortado o animado?
  • En la medida en que te sientas cómodo con tu grupo, dedica tiempo a compartir tus respuestas personales a las preguntas diarias.
  • ¿Qué puedes comprometerte a practicar como resultado de la lectura de esta semana?