Mateo

Mateo | Guía de la Semana 2

Querido lector:

La semana pasada te pedí que pusieras un cronómetro durante cinco minutos y respondieras a esta pregunta:

¿En qué piensas cuando piensas en Jesús?

¿Lo hiciste? Yo lo hice con mi grupo pequeño esta semana y me decepcionó bastante lo que escribí. Tenía un montón de palabras sobre el aspecto que podría haber tenido Jesús, un montón sobre su nacimiento y también sobre su muerte. La mayor parte de lo demás que escribí era rígido e impersonal. Al parecer, cuando pienso en Jesús, pienso en alguien distante, dispuesto a condenar a los pecadores y a permanecer al margen juzgando. Realmente creía que lo conocía mejor que eso, pero supongo que algunas impresiones son difíciles de borrar.

Si no has hecho el ejercicio, inténtalo. Mi profunda esperanza y mi oración, para mí y para ti, es que, a través de la lectura de Mateo, podamos desprendernos de cualquier cosa extraña, inexacta, distorsionada o dañina que pensemos de Jesús para poder verlo con más claridad.

Todavía estoy trabajando en la estructura de este correo electrónico, así que si hay algo que pueda hacer que esta guía sea más útil mientras estudias, ¡házmelo saber! (Mi madre me dijo que sería útil incluir los versos diarios en el correo electrónico, incluso si tienes el marcador o si has guardado hpumc.org/bible. Mamá sabe más).

Verás que esta semana he incluido dos tipos diferentes de preguntas. Las preguntas para la reflexión personal figuran al final de cada día. Las preguntas de la parte inferior están dirigidas a los grupos. Me gustaría imaginarte planteándolas en tu grupo pequeño o en torno a una mesa con la familia o los amigos. Obviamente, puedes ampliar los límites y plantearlas en privado o en grupo. ¡Haz que el plan se adapte a ti!

¿Listo para sumergirte?

Hannah Buchanan
Pastora de adultos

Acerca de la lectura:

Lunes (3:1-12)

El capítulo 3 comienza en el desierto de Judea, donde la tierra es árida, el terreno escarpado y la población escasa. Juan, el primo de Jesús, se ha ganado fama de hombre salvaje en el desierto, cubierto de pelo de camello, alimentado con langostas y miel. Predica un ardiente evangelio de arrepentimiento e invita a la gente al bautismo, gritando: «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca».

  • ¿Por qué Juan está en el desierto?
  • ¿Qué significa «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca»?
  • ¿Por qué el bautismo?

En este momento de la historia, Israel existe bajo la poderosa mano de Roma. Está sobrecargado de impuestos, vigilado y castigado cuando se sale de la línea. Muchos de los líderes religiosos de Jerusalén han transigido para obtener sobornos y ganarse el favor del rey Herodes, quien había reconstruido el Templo a cambio de su lealtad.

Los judíos anhelaban la liberación, y creían que el Mesías vendría cuando el pueblo se hubiera despojado del pecado y volviera a Dios de todo corazón. Cuando Juan clama: «¡Arrepiéntanse!», está invitando a Israel a limpiar la tienda para prepararse para la venida del rey. (La alusión de Mateo a Isaías 40 en el verso 3:3 es una luz intermitente más para decirnos: «¡Este es el hombre que estábamos esperando!»).

El desierto es un lugar significativo para Israel. Si acabas de leer Éxodo con nosotros, sabrás por qué: el árido desierto es donde Dios forma a su pueblo y establece su pacto. El ministerio de Juan en el desierto es tanto una declaración contra la corrupción política de Jerusalén como un llamado a recordar la historia de liberación de Israel. (Además, el paisaje concuerda con las vibraciones de austeridad de Juan).

En cuanto al bautismo, el agua siempre ha representado la limpieza. Por medio del bautismo, Juan les limpia la suciedad y la mugre (exterior e interior) y les ofrece un nuevo comienzo con Dios.

Juan empieza a ganar seguidores. Se nos dice que la gente acude en masa al río Jordán desde Jerusalén y Judea. Están listos para la revolución. Pero cuando los fariseos y saduceos, los ultrarreligiosos, se acercan al agua, Juan les hace una severa advertencia:

«¡Camada de víboras! ¿Quién les advirtió que huyeran del castigo que se acerca? Produzcan frutos que demuestren arrepentimiento. No piensen que podrán decir: “Tenemos a Abraham por padre”. Porque les digo que aun de estas piedras Dios es capaz de darle hijos a Abraham».

¿Conoces a alguien que asiste a la iglesia y dice ser cristiano, pero cuya vida no se parece en nada a Jesús? Eso es lo que Juan denuncia: la hipocresía de los religiosos. Lo que importa no es que acrediten su condición de hijos de Abraham, sino la obra transformadora de Dios que lleva a la generosidad, la compasión, la justicia y la rectitud.

Continúa:

«Yo los bautizo a ustedes con agua como señal de su arrepentimiento. Pero el que viene después de mí es más poderoso que yo y ni siquiera merezco llevarle las sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Tiene el aventador en la mano y limpiará su era recogiendo el trigo en su granero. La paja, en cambio, la quemará con fuego que nunca se apagará».

¡Vaya! Esto es lo que está diciendo:

«Yo sólo soy el acto de calentamiento. Los lavo con agua, pero él los limpiará con el Espíritu de Dios y el fuego». El fuego prueba y purifica, elimina la escoria y deja lo que queda brillante y limpio.

No vivimos en una sociedad agraria, así que es probable que no entendamos el significado de la metáfora de la trilla. En la cosecha, un agricultor recogía su grano y lo «trillaba», un proceso mediante el cual el grano se desmenuza y se separa en dos partes: el trigo y la paja. La cosecha entera se lanza al aire con un aventador. El trigo es sustancioso, más pesado, y cae directamente al suelo. Es la única parte que sirve para comer. La paja es ligera y aireada. Es completamente inútil y flota en el viento. Juan está diciendo: «El que viene nos desenmascarará. Revelará lo que es bueno, sólido y verdadero, y desechará todo lo demás para que sólo quede lo bueno».

Estoy de acuerdo, «fuego que nunca se apagará» suena terriblemente cruel. Pero la paja no sirve para nada. Es un desperdicio. Como las pelusas que se acumulan en un rincón. ¿Qué más se supone que él debe hacer con esto? El llamado de Juan al arrepentimiento es para ellos y para nosotros: «Date la vuelta. Camina hacia Dios. ¡Por favor, no seas como la paja!».

Su mensaje es sorprendente. No concuerda con el Jesús suave y amistoso que a menudo damos a conocer en los círculos religiosos. Pero tal vez ese es el punto, el Rey que viene no está aquí para decirnos que lo estamos haciendo bien, que sigamos adelante. Pero ¿quién quiere eso cuando en el fondo de nuestro ser sabemos que no todo va bien en el mundo? El Rey que viene traerá misericordia, pero también justicia. Traerá amor, pero no sin verdad. El desafío para nosotros es cómo lo recibiremos cuando venga.

Preguntas:

  • Si Juan dirigiera su mirada hacia ti y te dijera: «Preparen el camino para el Señor, háganle sendas derechas», ¿cómo te prepararías para su llegada?
  • ¿De qué necesitas alejarte para volver a Jesús?

Martes (3:13-17)

Lee la lectura de hoy tres veces, despacio. Imagina cómo sería y cómo sonaría si estuvieras allí.

Cuando Jesús llega, es casi anticlimático. Juan nos había hecho esperar un rey guerrero, listo para poner en forma a Israel. En lugar de eso, una figura humilde aparece al borde del agua, pidiendo ser bautizado, como todos los demás.

«—Yo soy el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? —objetó.

—Hagámoslo como te digo, pues nos conviene cumplir con lo que es justo—contestó Jesús».

Eugene Peterson traduce así la respuesta de Jesús en la versión en inglés «The Message»:

«Pero Jesús insistió: “Hazlo. La obra de Dios de poner las cosas en su sitio todos estos siglos se está cumpliendo ahora en este bautismo”. Entonces, Juan lo hizo».

Esto es lo que significa:

En Éxodo, Israel atravesó las aguas al salir de Egipto. Acamparon en el desierto, donde Dios les dio su pacto y declaró que Israel era el hijo amado de Dios, su primogénito. Ahora Jesús pasa por las aguas del bautismo y es declarado «Hijo amado» de Dios.

Jesús está siguiendo el camino de Israel. Su bautismo es un ejemplo entre los muchos que Mateo registra para establecer que Jesús representa a Israel como debe ser. Él es el cumplimiento de las esperanzas de Dios para su pueblo. Para ver una lista completa de estos paralelismos, echa un vistazo a esto. Una vez más, los escritores bíblicos son mucho más inteligentes de lo que yo creía.

Cuando Jesús sale del agua, el Espíritu de Dios irrumpe como una paloma. Como el Espíritu se movía sobre la superficie de las aguas en la creación (Génesis 1), así el Espíritu se mueve aquí de nuevo. Dios está haciendo algo nuevo.

Entonces una voz del cielo dice: «Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él».

Este momento afirma la esencia de la identidad de Jesús. Éste es quien es.

Cuando seguimos su ejemplo, a través de las aguas del arrepentimiento y la renovación, oímos los ecos de esa misma voz que nos dice que nosotros también somos hijos e hijas amados de Dios.

Preguntas:

  • ¿Has sido bautizado? ¿Qué recuerdas de esa experiencia? (Si no te has bautizado y te gustaría hacerlo, envíame un correo electrónico y dímelo. Podemos ocuparnos de eso).
  • ¿Oyes la voz de Dios afirmando que eres su hijo o hija amado? ¿Qué te impide creer que esa es la esencia de tu identidad?

Miércoles (4:1-11)

Tras este momento de regocijo, Jesús es conducido al desierto. Pero ¿has visto quién lo lleva hasta allí? No es el diablo. Es el Espíritu quien lo lleva allí para ser tentado por el diablo.

¿Qué? ¿Por qué el Espíritu llevaría a alguien al desierto para ser tentado? Eso parece una trampa.

La palabra griega para tentar es peirazō. Significa probar o examinar, demostrar de qué está hecho algo.

Jesús está siendo probado para demostrar que está preparado para la obra que tiene por delante. Esta no es la primera prueba en las Escrituras. En el jardín del Edén, los seres humanos se enfrentaron a una prueba: «Pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás comer». ¿La superaron? No. Abraham también pasa por varias pruebas, incluida cuando fue llamado a sacrificar a Isaac. Israel es puesto a prueba a través de su obediencia al sabbat. Este es un tema en las Escrituras. (Para más información sobre la prueba, mira este video de Bible Project).

Realmente luché con esto durante nuestra lectura de Génesis. Al principio, pensé que era cruel. Pero ¿no es más cruel enviar a un ser querido a la batalla sin saber si está preparado para enfrentarse al enemigo? (Piensa en el dicho: «El que es fiel en lo poco también lo será en lo mucho». Lo «poco» es una prueba para ver si se le pueden conceder más responsabilidades).

Me pregunto: «¿Qué pasaría si afrontara las tribulaciones y tentaciones que experimento como una prueba? Estaría mucho más dispuesta a afrontarlas fielmente, creyendo que Dios me está preparando para algún propósito mayor al otro lado».

¿Y tú? ¿Cómo afrontarías tus tribulaciones y tentaciones si creyeras que Dios te está poniendo a prueba para ver si se te puede confiar algo más?

¿Cuál es la prueba de Jesús?

Lee despacio el pasaje 4:2-11.

La primera prueba:

«Después de ayunar cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. El tentador se acercó y le propuso: —Si eres el Hijo de Dios, ordena a estas piedras que se conviertan en pan».

¿Entendiste eso? ¿Si eres el Hijo de Dios? Las mismas palabras que el Padre dirigió a Jesús en su bautismo son tergiversadas por el tentador. Esa es su técnica: intenta socavar la esencia de la identidad de Jesús como Hijo amado de Dios y erosionar la confianza que Jesús tiene en su Padre.

Jesús se aferra a las Escrituras como defensa: «Escrito está: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”». (Jesús se refiere a Deuteronomio 8:2-10. Léelo, es importante).

La segunda prueba:

El diablo lo intenta de nuevo. «Si eres el Hijo de Dios, tírate abajo. Pues escrito está: [...]».

El tentador cita Salmos 91, incitando a Jesús a creer que, por ser Hijo de Dios, no debería sufrir ningún dolor ni daño.

Jesús replica: «También está escrito: “No pongas a prueba al Señor tu Dios”». (Jesús se refiere a Deuteronomio 6:16. Léelo, también es importante).

La respuesta de Jesús revela que no está dispuesto a utilizar su condición de hijo para poner a prueba al Padre o pedirle que haga trucos. Soporta sus circunstancias confiando en que Dios será quien dice ser.

La tercera prueba:

En su tercer intento, el diablo lleva a Jesús a una montaña alta y le muestra todos los reinos del mundo y su gloria, y le dice: «Todo esto te daré si te postras y me adoras».

El diablo le ofreció a Jesús un atajo. Jesús ya es el rey. Los reinos le pertenecerán, pero no empleará los medios habituales de conquista para ocupar su trono. Antes de la corona viene una cruz. ¿Cuántas veces has tropezado con el pecado, tratando de tomar el atajo?

Su «no» es poderoso y rápido: «¡Vete, Satanás!». Vete de aquí. Es una respuesta muy emotiva. Vemos esta respuesta de Jesús una vez más en las Escrituras, en Mateo 16:22-23. Pedro sugiere que Jesús NO será asesinado. Los Mesías no mueren. Jesús se vuelve y le dice bruscamente: «¡Apártate de mí, Satanás!».

Jesús será rey, pero será un tipo de rey totalmente diferente a los que hemos visto surgir y caer a lo largo de la historia. La pregunta sigue siendo: ¿Qué clase de reino traerá?

El tentador se va.

Jesús ha superado la prueba.

Esta es su victoria sobre el mal.

Este intercambio es tan poderoso. Esto es lo que me hace pensar:

El tentador se acerca a Jesús cuando está débil, hambriento en realidad. De la misma manera, estamos más expuestos a pecar cuando estamos cansados, hambrientos, solos, agotados o cuando sentimos lástima de nosotros mismos. ¿Cómo has visto esto en tu propia vida? ¿Estás actualmente en esa «zona de peligro»?

El pasaje no nos obliga a creer que el diablo se le apareció a Jesús en forma física, corporal. Es posible que estas tentaciones se presentaran como voces o visiones. ¿Qué voces escuchas que te hacen cuestionar tu identidad como amado de Dios?

Jesús sabía que, si él se enfrentaba a la prueba, sus seguidores también lo harían. Está en la oración que nos enseñó a hacer y que repetimos cada domingo en el culto:

«Y no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del maligno».

-Mateo 6:13

Ahí está esa palabra peirazō.

Le pedimos a Dios que nos libre de la prueba, pero cuando somos probados, le pedimos que nos dé la victoria sobre el maligno de la misma manera que Jesús.

¿Reconoces la voz del maligno cuando la oyes?

¿Sabes qué hacer cuando la voz llega a tu mente y a tu corazón?

Dile a la voz: «¡Fuera de aquí!».

En su increíble sermón sobre este pasaje, Tim Mackie dice lo siguiente:

Quién eres como ser humano se define ante todo por lo que Jesús dice de ti. Las voces que te deshumanizan y te devalúan son malignas, y te destruirán si las escuchas. Diles que se vayan. Han sido derrotadas por Jesús, y no tienen derecho a hablar en tu vida.

(Para escuchar el sermón completo, haz clic aquí. Te insto a hacerlo, es muy movilizador).

Donde Israel falló la prueba, Jesús la pasó.

Donde nosotros hemos fallado la prueba, Jesús la pasó.

Así que nos aferramos a su éxito con fe, confiando en que su victoria es nuestra.

Preguntas:

  • El tentador viene cuando Jesús está débil. ¿Dónde estás tú débil ahora?
  • ¿Cómo puedes prepararte para afrontar la prueba en tus momentos de fortaleza, de modo que estés listo para la tentación en tus momentos de debilidad?
  • ¿Has sentido la tentación de tomar un atajo? ¿Cómo te ha ido?
  • ¿Qué voces escuchas que necesitan ser silenciadas por la voz de Jesús? Di cuál es la mentira y pídele a Dios que te muestre la verdad.

Jueves (4:12-17)

Jesús abandona aquel lugar desolJuevesado y se retira a Galilea, una región exuberante y fértil del norte de Israel donde Jesús pasará gran parte de su ministerio. A medida que el paisaje cambia, también lo hace el tono del Evangelio de Mateo.

La profecía a la que alude Mateo en 4:15-16 es de Isaías 9. Tómate un momento para leerla.

Jesús es la luz que irrumpe en nuestras tinieblas.

La luz ha resplandecido, Jesús recoge el mensaje de Juan, proclamando: «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca».

Preguntas:

  • ¿Por qué crees que el arrepentimiento es tan importante para que el reino de Dios esté aquí?
  • ¿En qué tinieblas estás viviendo?
  • ¿Dónde necesitas que Jesús irrumpa? Invítalo a hacerlo.

Viernes (4:18-25)

Jesús está dando un paseo junto al mar cuando llama a sus primeros discípulos, hermanos pescadores: Simón (al que llaman Pedro) y Andrés.

«“Vengan, síganme —dijo Jesús—, y los haré pescadores de hombres”».

Al instante dejaron las redes y lo siguieron».

Al instante. Sin pensarlo dos veces.

Sigue caminando y llama a dos hermanos más, también pescadores: Santiago y Juan.

«[...] y dejaron enseguida la barca y a su padre para seguirlo». De nuevo, enseguida, inmediatamente. Sin pensarlo dos veces.

Jesús, Andrés, Simón Pedro, Santiago y Juan salen a pescar hombres.

¿Qué te hace dudar cuando oyes a Jesús llamándote por tu nombre?

¿Qué se interpone para que tu sí sea «inmediato»?

Ahora lee 4:23-25.

Este es uno de esos pasajes que me desafían a reconsiderar lo que pienso cuando pienso en Jesús. Aquí es maestro y sanador. No se limita a predicar desde su estrado. Se acerca a los enfermos.

Imagínense a la multitud reunida a su alrededor: los que padecían de diversas enfermedades, los que sufrían de dolores graves, los endemoniados, los epilépticos y los paralíticos.

Estas no son las personas que yo invitaría a mi fiesta. Francamente, son personas con las que suelo sentirme incómoda y extraña. Pero es a ellos a quienes Jesús atrae, incluye y cuida.

«Y él los sanaba».

Preguntas:

  • ¿Qué te cuesta dejar atrás para seguir a Jesús?
  • ¿Qué clase de rey construye su séquito con los más débiles del reino?
  • ¿Por qué es una buena noticia para ti y para mí?

Profundiza

Preguntas de debate

  • ¿Qué pensamiento te ha cautivado con la lectura de esta semana?
  • ¿De qué manera la lectura de esta semana ha dado color a lo que piensas sobre Jesús?
  • Si Juan dirigiera su mirada hacia ti y te dijera: «Preparen el camino para el Señor, háganle sendas derechas», ¿cómo te prepararías para su llegada?
  • ¿Cómo te preparas para ser probado en tus momentos de fortaleza, de modo que estés listo para la tentación en tus momentos de debilidad?
  • Piensa en cuántos de nuestros errores se deben a que optamos por atajos. ¿Dónde has sentido la tentación de tomar un atajo? ¿Cómo resultó?
  • ¿Qué voces escuchas que necesitan ser silenciadas por la voz de Jesús? En grupo, oren para que escuchen y crean que son hijos e hijas amados de Dios, en quienes él se complace.