Mateo

Mateo | Guía de la Semana 15

Querido lector:

Los acontecimientos se aceleran ahora en el Evangelio de Mateo. Lo percibirás en la lectura de esta semana y, sin duda, en la de la próxima. Jesús se enfrenta a los fariseos y saduceos, que pronto conspirarán para derribarlo.

Yo veo a Jesús inteligente, rápido, compasivo y justo. Pero su juicio y su condena vienen acompañados de dolor y compasión. Me parece complejo, y no estoy segura de que seríamos los mejores amigos. Tal vez. Pero francamente, lo encuentro un poco intimidante.

Me pregunto cómo lo leerás tú esta semana.

¡Feliz lectura!

Hannah Buchanan
Pastora de adultos

Acerca de la lectura:

Lunes | Mateo 22:1-14

Esta parábola es un rompecabezas, especialmente los versos 11-14. Escuché el sermón de Tim Keller sobre este pasaje, que me ayudó mucho. Es parte de su serie Cristo el controversial. Puedes comprarlo por 2,50 dólares aquí.

Esto es lo que Jesús está tratando de esclarecer a través de esta historia:

El reino de los cielos es como un banquete de bodas. Un banquete de bodas es algo GRANDE, de hecho, probablemente el mayor acontecimiento de tu vida. Me encanta que el reino de Dios sea una celebración grande, gigante.

Cuando el banquete está listo, envía a sus siervos a llamar a los invitados. Estos no acuden. Jesús se refiere a Israel y a sus líderes. Habían sido invitados al banquete, pero una vez que estuvo listo (es decir, una vez que llegó Jesús), rechazaron la llamada (y a su Mesías). Algunos asumieron que tenían cosas mejores que hacer y siguieron con sus ocupaciones. Algunos actuaron violentamente contra los siervos del rey, lo que se habría considerado un acto de guerra. En respuesta, el rey destruye a esta gente y quema su ciudad. (Muchos interpretan esto como una profecía de la destrucción de Jerusalén en el año 70 d. C.). No hace falta decir que esta categoría de gente no está en la fiesta. Fueron invitados y llamados, pero rechazaron el llamado.

Con un banquete de lujo preparado, el rey necesita invitados con los que celebrar, así que abre la mesa a..., bueno, ¡básicamente a cualquiera! «Vayan al cruce de los caminos e inviten al banquete a todos los que encuentren», urge el rey a sus siervos. Imagina a los sirvientes yendo a la intersección más concurrida de la ciudad a invitar a todo el que encontraran: el hombre de negocios que conduce un Lexus y se dirige a su casa en el barrio más elegante tras un largo día en el centro, el veterano desaliñado que mendiga dinero en el semáforo, la madre de familia que vuelve corriendo a casa en su camioneta para preparar la cena. «Inviten a todos los que encuentren», dice el rey.

«Así que los siervos salieron a los caminos y reunieron a todos los que pudieron encontrar, buenos y malos, y se llenó de invitados el salón de bodas».

Esta parte es hermosa y habla de la expansividad «ven como eres» del reino de Dios. Está abierto. No hay nadie que no esté invitado al banquete.

Pero ese no es todo el mensaje.

El rey entra en el banquete, pasa revista a sus invitados y ve a un hombre que no tenía traje de boda.

Y le dijo: «Amigo, ¿cómo entraste aquí sin el traje de boda? El hombre se quedó callado. Entonces el rey dijo a los sirvientes: “Átenlo de pies y manos y échenlo afuera, a la oscuridad, donde habrá llanto y crujir de dientes”. Porque muchos son los invitados, pero pocos los escogidos».

Ya te lo he dicho: un rompecabezas.

¿Qué es un traje de boda?

¿Por qué es tan malo que este hombre no tiene uno?

¿Y qué pasa con las tinieblas exteriores, el llanto y el crujir de dientes?

Keller sugiere que la clave para entender estos versos está aquí: «El hombre se quedó callado».

En primer lugar, podemos suponer que el rey proporcionó vestidos de boda a todos sus invitados. Después de todo, fueron invitados sin tiempo para ir a casa y vestirse o ir a comprar sus propias prendas. Así que, si todos estaban vestidos para la ocasión, él debió vestirlos para el banquete. Esto significa que el hombre que no llevaba traje de boda habría dicho: «No, gracias, estoy bien», al traje ofrecido.

Cuando se le pregunta por qué sigue vistiendo unos vaqueros rotos y una camiseta en esta fiesta de etiqueta, no tiene una buena respuesta, sino que da por sentado que está bien así.

Lo que Jesús ilustra a través de esta historia es que el reino de Dios es radicalmente inclusivo en cuanto a quién invita (a todos, los buenos y los malos), pero es radicalmente transformador en cuanto a que no deja a ninguno de nosotros «sin cambios». Nos ama lo suficiente como para decirnos: «Vengan como son». Y nos ama lo suficiente para que no podamos «quedarnos como estamos».

Cuando rechazamos el llamado y la cobertura, quedamos fuera del banquete, en la oscuridad, donde hay llanto y crujir de dientes, que es una metáfora de profunda tristeza, ira y desesperación. La esperanza está dentro de la casa, donde la mesa está puesta, y todos han sido invitados a ir y celebrar.

Hay una cosa que dijo Keller que me conmovió: «No hay nadie en la fiesta que no haya sido llamado. Lo que significa que hay alguien que está llamando». Lo que pasa con el llamado y la invitación es que el momento de tu respuesta importa. No puedes venir al banquete bajo tus propios términos o posponer la invitación. Si el banquete es el sábado, no puedes decidir el domingo que tal vez te gustaría ir el viernes por la noche. Lo que quiere decir es lo siguiente: si te sientes inseguro, no lo pospongas. Responde ahora porque la invitación no es indefinida.

Preguntas:

  • ¿Cuándo y cómo has sentido que Dios te «llamaba»? ¿Cómo has respondido al llamado?
  • ¿Has respondido a su invitación a celebrar la fiesta?
  • ¿Estás dispuesto a dejarte transformar por Jesús?

Martes | Mateo 22:15-46

Este es un pasaje estupendo, compuesto por tres historias de charlas ingeniosas de alto riesgo. La primera se centra en la pregunta: «¿Está permitido pagar impuestos al césar o no?». Los fariseos no sienten verdadera curiosidad, sino que intentan adular, enredar y aplastar a Jesús. Pero él es muy inteligente. He aquí cómo responde Jesús:

«Muéstrenme la moneda para el impuesto». Y le llevaron un denario.
«¿De quién es esta imagen y esta inscripción? —preguntó.
—Del césar —respondieron.
—Entonces —dijo Jesús—, denle al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios.

Al oír esto, quedaron asombrados. Así que lo dejaron y se fueron».

¿Qué había de maravilloso en esta respuesta? La respuesta está envuelta en esta frase: «Den a Dios lo que es de Dios».

Si la imagen del César estaba impresa en las monedas, ¿dónde está impresa la imagen de Dios? ¿Qué o quién lleva la imagen de Dios?

¡Nosotros!

Recuerda Génesis 1:26: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza [...]».

Jesús está diciendo: «Claro, como quieras: dale al César sus moneditas. Pero dale a Dios lo que le pertenece, que es, bueno, TÚ».

Los fariseos retroceden un poco, a tiempo para que los saduceos intervengan con su propia trampa. Este grupo de gente no cree en la resurrección, por lo que sus preguntas sobre el matrimonio en el cielo no son sinceras. Intentan demostrar la naturaleza ilógica de la vida después de la muerte.

La respuesta de Jesús afirma tanto que habrá una resurrección física de entre los muertos como que nuestros cuerpos resucitados no juegan con las mismas reglas que las que tenemos ahora. En el cielo, no hay muerte, por lo cual no hay necesidad de propagar la especie humana, y de eso se trata la ley sobre una viuda que se casa con el hermano siguiente de cada esposo muerto a la que aludían los saduceos.

Realmente es un misterio para mí, y escribir algo más sobre el tema sería salirme por el precipicio del conocimiento. Me basta con que Jesús afirme que hay vida más allá de la tumba y que el poder de Dios actúa resucitando a los muertos.

Después de que los fariseos y los saduceos fueron derrotados por Jesús, se reúnen para intentarlo una vez más: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la Ley?».

Había más de 600 mandamientos individuales en la Ley judía. Ciertamente, podían tenderle una trampa preguntándole cuál era el más importante.

Jesús respondió: «“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”. Este es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a este: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas».

Todo el sentido de la Ley es el amor. Todo depende de lo bien que amemos.

Pero ¿qué significa amar? Cualquiera que tenga un hijo entiende que el amor no significa aceptación y validación totales. De hecho, afirmar sin cuestionar el comportamiento de mis hijos de dos y cuatro años sería muy poco amoroso y los llevaría al desastre cuando sean adultos.

Amar es querer el bien del otro, incluso (o especialmente) cuando te cuesta. Y para discernir lo que es bueno, debemos acudir a una fuente de verdad y moralidad superior a nosotros mismos. En nuestro caso, seguimos el ejemplo de Jesús. John Mark Comer tiene un gran sermón sobre este pasaje que puedes ver aquí.

Es muy persuasivo para mí reconocer que la prueba de mi fe no es la exactitud de mi doctrina, la solidez de mi teología, la fuerza de mi predicación, sino qué tan bien amo, especialmente qué tan bien amo a los que son difíciles de amar. Me queda mucho camino por recorrer.

Para cerrar el capítulo, Jesús invierte la conversación y pone a prueba a los líderes religiosos. «Adivinen esto: ¿El Mesías es el Hijo de David o el Señor de David?».

La respuesta es ambos. Y he aquí por qué importa. Si el Mesías es sólo el hijo de David, seguirá los patrones de David, como gobernante militar de Israel. Si sólo es el señor de David, todas las profecías sobre la línea de David gobernando Israel para siempre serían irrelevantes e incumplidas. Si es ambas cosas, él es la respuesta al Profeta largamente esperado, y es también el autor de una nueva forma de gobernar, que no se basa en el poder militar para la victoria, sino en una cruz para dar paso al reino de Dios de misericordia, justicia y amor.

Preguntas:

  • Si el amor es la verdadera medida de la fe, ¿hasta qué punto amas a los demás? ¿Especialmente a los que son difíciles de amar?
  • «Den a Dios lo que es de Dios», dice Jesús. ¿Qué le estás reteniendo a Dios que en realidad le pertenece?

Miércoles | Mateo 23:1-12

El resto de la semana leeremos los siete ayes de Jesús a los escribas y fariseos (o guardianes religiosos). Sus palabras son casi mordaces. Hoy en día no solemos hablar en términos de «ayes», pero un sustituto cercano sería «¡cuidado!», dicho con una mezcla de compasión y condena.

Es importante que leamos estos ayes como afirmaciones descriptivas, no como maldiciones lanzadas desde el cielo. Él está describiendo las consecuencias naturales del comportamiento mencionado. Analicémoslas juntos.

En primer lugar, lanza una advertencia general a los que están escuchando:

«Los maestros de la Ley y los fariseos tienen la responsabilidad de interpretar a Moisés. Así que ustedes deben obedecerlos y hacer todo lo que les digan. Pero no hagan lo que hacen ellos, porque no practican lo que predican».

(¿Has oído el mantra «practica lo que predicas»? ¿O «Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago»?).

«Atan cargas pesadas y las ponen sobre la espalda de los demás, pero ellos mismos no están dispuestos a mover ni un dedo para levantarlas. Todo lo hacen para que la gente los vea».

Son hipócritas egoístas, conscientes de su imagen. Honran sus enseñanzas. Ignoran su práctica. Si constantemente hacen que sea difícil conocer a Dios, ¿por qué no se enojaría Jesús?


Preguntas:

  • ¿A quién puedes ver en tu mundo que defiende ideas sobre Dios, pero no las encarna? ¿De qué manera eres tú culpable de la misma hipocresía?
  • ¿Has impedido accidentalmente que los demás vean a Dios debido a la diferencia entre lo que dices sobre tu fe y cómo vives?

Jueves | Mateo 23:13-24

Aquí vienen los ayes. Lee estos versos varias veces. ¿Qué te llama la atención?

El gran tema que me llevo es el siguiente: «¡Ustedes no entienden nada!».

Los fariseos hacían bien las cosas pequeñas a expensas de las cosas grandes de Dios: la justicia, la misericordia y la fidelidad. ¡Jesús dice que tenemos que encontrar la manera de hacer ambas cosas!

Para mí, eso significa que podría escribir el correo electrónico semanal más perspicaz sobre el Evangelio de Mateo, pero si no estoy practicando la justicia, la misericordia y la fidelidad en la vida real, realmente no importa.

Preguntas:

  • ¿Dónde te has centrado en las cosas menores, a expensas de las mayores?
  • Si lo que Dios ama es la justicia, la misericordia y la fidelidad, ¿cómo practicas estas cosas en tu vida diaria?

Viernes | Mateo 23:25-39

Las imágenes de estos ayes son sorprendentes: vasos sucios, sepulcros blanqueados, serpientes y víboras.

Esta es la advertencia que leí de esta sección: Los fariseos podían ver y condenar la maldad de sus antepasados. Y, sin embargo, estaban repitiendo los mismos pecados. ¡¡Sin darse cuenta!!

¿De qué manera nos escandalizamos de la historia y al mismo tiempo la repetimos?

(Si tienes una buena respuesta a esta pregunta, me encantaría conocerla. Es una pregunta que me inquieta, sobre todo cuando considero las cuestiones de justicia social que mi generación se apresura a reclamar).

Jesús concluye la sección sobre los ayes, con gritos de lamento profundamente apasionados:

«¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste! Pues bien, la casa de ustedes va a quedar abandonada. Y les advierto que ya no volverán a verme hasta que digan: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”».

(Para tu información: puedes decir «Bendito el que viene en nombre del Señor» en cualquier momento; ¡sólo hace falta volverse a Dios y reconocer quién es! La invitación seguía abierta para ellos. Cuando lo confesaran como Señor, lo verían).

¿Oyes el dolor en su voz? Me encanta la imagen de Jesús reuniendo a sus hijos como una mamá gallina reúne a sus pollitos. No está haciendo llover fuego del cielo. Está deseando que su pueblo vuelva a Dios. Y advirtiéndoles de lo que les ocurriría si se quedaban estancados en sus caminos.

Preguntas:

  • ¿De qué manera nos escandalizamos de la historia y al mismo tiempo la repetimos?

Profundiza

Preguntas de debate

  • ¿Qué parte de la lectura de esta semana te hizo sentir reprendido?
  • ¿Qué parte de la lectura de esta semana te hizo sentir reconfortado o animado?
  • En la medida en que te sientas cómodo con tu grupo, dedica tiempo a compartir tus respuestas personales a las preguntas diarias.
  • ¿Qué puedes comprometerte a practicar como resultado de la lectura de esta semana?